miércoles, 19 de diciembre de 2007

Transcripcción del diario de viaje I...

Bueno, he vuelto.
Ha sido muy raro, muy especial, ligeramente surrealista y muy, muy divertido. Como han sido diez días (cuando yo hable de días entíendase noches) maás largos que longaniza y a mi se me acaba el repertorio pues os voy a ir transcribiendo lo que yo escribí en mi diario de viaje y así ocupo más espacio y parece que actualizo muy a menudo...(quizás no debería ser tan sincera si quiero ser publicista, pero bueno). Aquí va la primera página:

Tras un viaje en tren de 7 horas y una noche mal-dormida en el aeropuerto de Oslo llegamos a Tromsø.
Las calles está heladas, a la noche le sigue el atardecer y de nuevo la noche. Pero así y todo se me ha hecho él día más largo desde que tengo memoria. Son tan sólo las 21 h. y ya estoy deseando dormirme. Llegamos al eropuerto de Tromsø, no esperamos el bus urbano porque no entendimos dónde para (según el empelado del narvessen -kiosko- para en la sala de espera de las maletas, asi que desechamos su información por ser poco fiable). Cogemos un taxi. Taxista calvo que pregunta por radio a un colega dónde está la oficina de turismo, o sea, un pequeño dejà vu de un taxi español cualquiera, si no fuese porque las carreteras son en su mayoría subterraneas.
Llegamos al sitio en que consideramos que nos atenderían con amor y nos tenderían sus cálidos brazos: la oficina de turismo. Y está cerrada.
Así y todo, la señora nos da un folleto en menos de un minuto y nos dice qué sitios son "los menos caros" para dormir. Menos da una piedra.
Nos decidimos por el AMI Hotel básicamente porque era el único que costaba menos de 60 euros la noche. Al llegar comprobamos que está en la cima de una colina. De una colina helada.
Ha ido la media hora más peligrosa de mi vida, arrastrando una maleta por unos escalones que el hielo había convertido en rampa resbaladiza.
De hecho entré en el hostal y, después de reservar habitación y dejar las maletas y ser informada del horario del desayunudo y demás teonterías puess tuve que ir a rescatar a Amaya y a su maleta, que se encontraban a puntito de llegar, pero amarradas al pasamanos y sin moverse, atascadas. En realidad, nos hemos reído en abundancia.
La habitación aún no estaba libre ni limpia, así que fuimos cordialmente invitadas a pasear por la ciudad. Entonces eran las 12 h. y creeme que parecían las 8 p.m (o las 15:30 en Bergen) . Pero así y todo el azul del cielo era un azul claro, luminiscente, como si el sol hubiese decidido desmaterializarse y fundirse con el aire para estar en todas y en ninguna parte al mismo tiempo.
Y luego las montañas. Blancas,con rayotes negros, e imponentes no tanto en su altura como en su forma de viejas guardianas que mueren vertiginosamente en el agua.
El agua, no tan calmada como cualquier otro fiordo, agitada, oscura, negra y sin espuma. Y las luces, luces por todas partes, porque es de noche y porque es navidad. Candelabros piramidales en las ventanas que iluminan cálidos interiores de las casas noruegas. A este país hay que viajar quedandose en casas de noruegos, que son casi más bonitas que el paisaje.
Todo cerrado, nada por las calles. Algo de comida (basura) en el 7 eleven y confianza en conseguir algo mejor mañana, si es que abren.
Consultas para arriba y para abajo del folleto de turismo (nuestro único y preciado tesoro) y decidimos ir al ultraconocido museo Polaria.
Tres focas y un video en 4 pantallas, pues menuda. Está mucho mejor el acuario de Gijón, no por nada. En la proyección del video e las Svalbard casi nos dormimos, así que rumbo al hostal, que ya debería estar reluciente.
Yo dormí dos horas, no pude evitarlo, acompañada por una película-documental de cine mudo sobre la vida de un esquimal (interesantisima en los trozos que abrí un ojo, rodada por aquello de los años 20-30).
Y luego, todavía a las 5 h.de la tarde.
Pues nada, vámonos a algún bar (porque a todo esto desde la 13.30 o las 14.00 ya era noche más que cerrada). Conseguí caerme de culo en el hielo (la primera desde que estoy en Noruega, ya tardaba) y decidí acto seguido proseguir el desceno por la nieve, bastante menos resbaladiza.
Acabamos en el Blå Bar, muy pintoresco local rockero de cuatro plantas decorado con discos, carteles firmados, baterías, fotografías... todo muy oscuro, velas de IKEA, sofás y rincones, menús y cervezas.
Por lo que hemos visto en cuanto a hamburguesas viene a ser el sustituto local del McDonals (por lo de la asistencia de famlias, con niños incluidos) pero sin McMenus, payasos globos y demás memeces. El caso es que me gusta mucho, supongo que volveremos mañana.
Y nada, ya eran las 20 h. de vuelta al hostal, un risoto de caja, una consulta a Internat y pá la cama, que somos niñ@s de la nueva generación.
Creo que Tromsø va a gustarme.

1 comentario:

Cristina dijo...

No sé si Tromso, pero la descripción me encana... ¿por qué a tí se te desarrolló tan bien el gen de la escritura que a mí no terminó de criárseme? Me encanta. Sigue con ello. Besos: