viernes, 31 de agosto de 2007

Peer Gynt y la vida nocturna en Bergen

Si el otro día fui a un concierto de la Grieg Akademiet (gratis), ayer le tocó el turno a la Bergen Filharmoniske Orkester dirigida por el maestro Andrew Litton también por mi cara bonita, o más bien por ser un concierto de bienvenida a los nuevos estudiantes. Parece que se pelean por que nos culturicemos, cosa muy comprensible por otro lado, porque pa eso estamos.

El concierto era en el Grieg Hallen, un edificio horroroso, bueno, no tanto como la torre Agbar de Barcelona sino más bien tirando a una caja de zapatos, pero que por dentro está genial. Según entramos por la "B inngang" nos encontramos con todos los músicos, ahí mismo, que casi tenías que esquivar los contrabajos para entrar, lo cual de buenas a primeras causa un poquito de impresión porque primero crees que te has equivocado de puerta y luego que te van a hacer tocarte unos temitas o algo, en compensación por haberte invitado. Pero no, ni lo uno ni lo otro, lo que pasa es que no tienen escenario, el graderío acaba directamente en el suelo y ahí empieza el territorio de los artistas, el mismo que tu pisas para entrar, porque aquí lo de la igualdad lo tienen muy en cuenta, y por lo visto no sólo la de géneros.

En primera fila estaba el alcalde de Bergen. Se le reconoce facilmente porque lleva siempre al cuello un pedazo collar de oro con incrustaciones muy poco discreto. Me pregunto seriamente si también anda cargando con las llaves de la ciudad. De hecho he encontrado una foto suya en google para que podais apreciar a que tipo de abalorio me refiero. En realidad no me parece una mala técnica, porque, quitando que es un poco inútil y debe de ser bastante incómodo, con quitarte el collar ya practicamente vas de incógnito. Además, ¿Quién va a fijarse en tu programa electoral con semejante pingajo colgando del cuello?.
Bueno, el concierto empezó tras un breve discurso del alcalde en el que no hizo más que hacer bromas sobre la meteorología en Bergen (si ya os digo yo que aquí son muy risueños, el otro día una empleada del banco se estuvo riendo DE mi porque no encontraba mi cartera, que dices, señora un poquito de respeto que ya se que ustedes son gélidos y hay que aprovechar sus momentos de hilaridad, pero eso no le da permiso a reirse de mi caos personal... en fin serafín).
Ah, una breve acotación para mi primo: Pablo, tienes que conseguir entrar en esta orquesta. Tienen un saxofonista, que estoy segura que cobra de miedo, y el pobre no hace casi nada. De hecho él y los fagots son los únicos que tienen cabecero en la silla, así como con orejeras supongo que para evitar que se les caiga la cabeza cuando se duermen mientras los violines están ahí dándolo todo, que queda poco elegante.
A estas alturas estoy segura de que ya sabeis de qué compositor era una de las obras que tocaron. Exacto, tuve el placer de escuchar la suite de Peer Gynt de Edvuard Grieg en su ciudad natal y de descubrir que todos conocemos esa obra, porque la hemos oido miles de millones de veces, lo que pasa es que no la tenemos identificada (hablo en plural pero me refiero a mi, es por no sentirme tan tonta). En realidad me gustó mucho, y es muy buena experiencia ir a un concierto de música clásica, en serio. Si hace mucho que no vais a uno, id. Además aquí con esto de estás casi, casi al lado de los músicos, cuando se volvían medio locos ahí con el Allegro y se levantaban todos los arcos de los violines como si del cuadro de las lanzas se tratase, notabas en la cara el vientecillo que provocaban con sus enérgicos movimientos. Nada comparable a un CD, no señor.
Luego tocaron un par de obras para violín y orquesta de mi muy deprimido Chaikovski. Cada día creo más en serio en esa melancolía endémica del pueblo noruego que ahora se manifiesta en los abudantes darkies que habitan estas tierras, es más, casi estoy por asegurar que vivo en un país de emos (para más información veánse tribus urbanas, o si no http://es.wikipedia.org/wiki/Emo). Por cierto, el solista movía los dedos tan rápido y tenía unos zapatos tan relucientes... (no tienen nada que ver entre sí estos comentarios, pero las dos cosas me llamaron la atención casi por igual). Luego un cantante llamado William Hut estuvo untándonos los oidos con leche condesada un ratito...por dios, podía haberse quedado en casa, que cosa tan empalagosa, sonaba a Disney por todos lados. Y ya para acabar y enmendarlo, los alumnos de la Grieg Akademiet (que ya son como de mi familia de tantas veces que los estoy viendo) interpretaron una opereta de Strauss, muy simpaticotes ellos.
El caso es que me gustó muchísimo el concierto (tiendo a olvidar la intervención del cantante calvo y sus golpes de micro...que repelús) pero quiero hacer una advertencia a toda la población mundial: ¡¡ NO SE APLAUDE ENTRE MOVIMIENTOS!!. Se espera uno a que acabe la pieza. Es algo que todo el mundo debería saber y que yo agradezco mucho el día que mi tio me hizo un poquito más culta y me abrió las puertas a una nueva manía. Ahora me parece que queda fatal además de demostrar cierta incultura. Eso y clases de vida doméstica es lo que falta en los sistemas educativos, mecachis.
Luego por la noche salí por primera vez por Bergen nocturno. Lo cuento muy resumido que ya me he enrrollao bastante con tanto concierto. La cosa es que los jueves la entrada es gratuita para los estudiantes, así que se intenta aprovechar para no arruinarte, pero aún así el taxi de vuelta hasta la residencia cuesta más de 20 euros, que os voy a contar. Partimos de una base, aquí no hay regetón. Es algo lógico pero me sigue fascinando. De hecho ayer nos pasamos la noche en un bar que en la sala de abajo en vez de tener un Dj tenía a un pianista-cantante que cantaba, principalmente (excepto cuando nos dedicó la bamba...) rock cincuentero. El local muy bonito pero aquí la gente baila fatal. Qué poco ritmo, en serio, además tienen mucha tendencia a caerse en el momento en que mejor están bailando. A lo mejor es para celebrarlo, como los futbolistas. De hecho intenté enseñarles a unos noruegos a bailar la macarena (no intenteis darle sentido a mi comportamiento, la pusieron y era lo suyo) y telita...me estuve mi buen cuarto de hora diciendo "Rigth hand, left hand, right hand..." y ni con esas, pero aprecian tu interés y valoran mucho tu incipiente sentido del ritmo, porque además lo envuelven en un halo de hispanidad latina y al final poco más y te sientes como Jenifer López por saberte el aserejé.
Me lo pasé muy bien, es un día para repetir.

martes, 28 de agosto de 2007

Los autouses de Bergen

He aquí mi humilde descripción del servicio que todos los días me trasporta, varias veces, de la colina y ex-granja Fanftof a la metrópolis de Bergen.
Aquí los autobuses urbanos tienen asientos como los del ALSA, así peludos y con apoyabrazos, se entra tanto por la puerta delantera como por la trasera, porque una cosa es esencial que entendais, aquí nadie se cuela. Y no sólo es que nadie se cuele sino que no se les ocurre pensar que a alguna mente retorcida se le pase por la cabeza tamaña fechoría, así es que tu te subes por tu puerta trasera, donde te encuentras una maquinita que valída tu abono mensual, y santas pascuas. Porque claro, en el reglamento te advierten de lo que pasa si un revisor te pillase sin tu abono validado, pero vaya, que eso y ná viene a ser lo mismo, que aquí los revisores son como los notarios en España, que nadie los ha visto y se duda de su existencia.
Los autobuses modernos están provistos, además de aire acondicionado individual para cada asiento y luz de cortesía (vamos, lo que viene siendo un ALSA) de un botón para solicitar parada para cada pareja de asientos. Pero los más antiguos tienen un sistema que a mi me encanta que consiste en un par de cuerdas a ambos lados del autobus que lo recorren entero. Y esa cuerda, de la que cuelgan asas-tiradores es su sistema de solicitar parada (o Pa Gjensny que se viene diciendo en noruego), y el caso es que a saber por qué me recuerda a esos tranvías antiguos con jardineras de los que tanto oí hablar y en los que jamás subí, no se, asociaciones que hace una...
Además aquí se sienta todo: se sienta la gente, se sientan los bolsos, se sientan los perros (basado en hechos reales)y ningún problema, eso no parece infringir el reglamento, aunque ni los bolsos ni los perros paguen el viaje, a menos que insistan, claro está. Lo que sí está prohibido, como bien indican los dibujos de las pegatinas en las ventanas, es comer: helados, perritos calientes y hamburguesas, así como patinar, fumar y beber bebidas espumosas. Eso sí, tu plato de spaghetti no parece que venga contemplado, asi que no creo que tengan mayor inconveniente en que te los vayas comiendo.
El caso es que aquí los buses se paran, te adelantas y levantas la mano, porque si no siguen de frente. Además los conductores (que me han dicho que cobran 5.000 euros al mes y que además andan escasos de ellos) parecen conocer sólo dos pedales y siempre te bajas de allí entendiendo perfectamente como se siente el badajo de una campana. Eso sí, bruscos conduciendo pero "polites" como pocas cosas. El otro día se pusieron a hablar unas chicas que estaban dentro del autobus con otras que se acababan de bajar... pues creeos que hasta que no acabaron la conversación el conductor no cerró las puertas, por no interrumpir, y los demás nada de quejarse, que el derecho de expresión está garantizado por la constitución.
Y gracias a este magnífico servicio llego cada día a mi facultad (de humanidades) en la Sydghaenlfjnkskjnfc (se ha notado que me he inventado el nombre? es que es impronunciable, pero las dos primeras letras son correctas) skole, donde hoy ha tenido lugar mi primera lección de noruego. Por ahora me he reido muchísimo con las vocales y aunque se casi casi el mismo noruego que antes de entrar por la puerta ahora tengo más claro quién soy y de dónde vengo (en serio, las primeras lecciones de idiomas son muy ridículas y bastante inútiles, mejor te enseñaban a decir "no te entiendo..." "no se hablar tu lengua..."). Así que considerando que sólo me queda por saber hacia dónde voy creo que las clases de noruego pueden ser algo muy positivo para mi realización personal.

domingo, 26 de agosto de 2007

Comentarios ociosos para un día ocioso

Voy a tratar un tema poco común y en apariencia poco importante pero que ha marcado mi día de hoy: el cartelismo en Noruega.
Aquí, como en todas partes, hay anuncios gráficos de diversos tipos. La primera diferencia sustancial con España es que aquí las gráficas comeciales (lo siento pero para una palabra cuasitécnica que puedo utilizar me vais a perdonar la pedantería) son buenas y escasas. Nada de grandes vallas publicitarias por todas partes, ni banderolas (típicos carteles que cuelgan de las farolas, muy utilizados en época de elecciones), ni opis (esos soportes publicitarios tan abundantes en nuestro país y tan asequibles a la hora de pegar chicles a la altura de la nariz de la modelo). Aquí he visto contados anuncios gráficos y son de muy buena calidad. Me gusta especialmente uno de una gran librería que para anunciar sus libros a mitad de precio te pone la cara de Ibsen pintarrajeada a bolígrafo, con un parche de pirata en un ojo, los labios perfilados y unas pestañas cual protágonista de la naranaja mecánica. Y lo mejor es que nadie se queja. Vamos, me imagino yo que a algún publicista atrevido se le ocurra perfilarle los labios a boli a Cervantes y ya está liada la polémica, y eso si algún juez no le pide algún que otro año de carcel, por indecente. Así que sí, los nordicos, aquí donde los veis con su cara de perro mojado, son muy iconoclastas y no es escandalizan por casi nada.
El caso es que este tipo de anuncios son muy pero que muy escasos (de hecho haciendo memoria solo recuerdo haber visto 4 anuncios gráficos...intentad contar vosotros los que habeis visto hoy). Pero sin embargo los que son muy abundates son los anuncios "particulares", por así decirlo (aquí ya se me acaban los tecnicismos, qué esperabais con estos planes de estudios modernos). Y no me refiero a los anuncios de "se vende bici en buen estado", que también los hay, especialmente en los ascensores de mi residencia, sino a los anuncios de la programación de los distintos locales -nocturnos- de Bergen. Si bien no hay opis hay bastantes de esas estructuras de cuelgue-aquí-su-anuncio y si no da igual, porque la ciudad entera está empapelada de un montón de carteles, al cuál mejor diseñado, dicho sea de paso, diciendo que pasa hoy en The Hule (la cueva) Montana Bar, Garage, o cualquier otro bar o café de la ciudad.
La verdad es que el diseño gráfico es muy bueno, incluso para anunciar la actuación del grupo más desconocido en el bar más perdido, peeeero el diseño de la información... ay, eso ya es otro cantar. Te dicen quién viene/qué pasa y dónde, y ya. Vamos, que esta gente es tan escueta que no me atrevo a coger un periódico por miedo a que sólo escriban titulares. Nada de precios, nada de horas, nada incluso de direcciones del bar, tú sabes donde está igual que te sabes la tabla del 9, estaría bueno. Y dices tú, bueno, quizás son tan modernos que es que hay que buscarlo en su página web, porque como aquí son tan desarrollados... Pues nada, aquí ningún bar tiene web y estoy segura que de tenerla tampoco dirían mucho más.
El caso es que por culpa de esa manía noruega yo intenté ir a un concierto hoy dos veces para acabar de vuelta en casa mojada y sin haber visto nada. La primera vez llegué a las 21:00 hora zulu tras haber encontrado en una página web que el concierto era a esa hora (porque, por supuesto, por el cartel era más fácil saber la temperatura en Basilea que la hora del concierto). Me presento en la dirección que también había encontrado en internet y me encuentro con que allí no había ni el tato. Una chica, que estaba hablando por el móvil, me dijo rápidamente que el concierto era a las 23 (hora zulu)...
Bueno, no pasa nada, no era una página web fiable y eso es todo. Así que vuelta para la residencia, a cenar algo para volver a bajar dentro de un par de horas. A todo esto los días de sol en Bergen han llegado a su fin y una lluvía constante amenaza con inundar toda la ciudad como si de mi baño se tratase, con lo que entre pitos y flatas una hora más tarde llegaba a casa bastante empapada pero resuelta y resolvida a que yo iba a ver ese concierto aunque tuviese que llegar en el arca de Noe.
Pero es que fue llegar y había un chico muy serio a la entrada, muy concentrado en su papel de guardian del umbral, que me dijo tajantemente que costaba 30 coronas ver el concierto.
Mira... 30 coronas son 3,75 euros, vaya, una chorrada, pero me encontraba tan desesperanzada que me di la vuelta y me volví a mi casa, a verme una peli gratis bajada del e-mule que empieza a la hora que a mi me da la gana.
Pero no penseis que me quejo, eh! (yo? quejarme? si soy la encarnación del espíritu estoico) así puedo contaros todo lo que aprendí de los autobuses en Bergen (claro, tanto parriba y pabajo) y un par de reflexiones y dudas absurdas que te surgen cuando te estas mojando. Pero eso ya os lo cuento en otra ocasión.
El caso es que me sorprende cómo llegan los noruegos a enterarse de las cosas. Porque claro, es imposible que todos tengan un colega que sea amigo del barman y sepa a qué hora empieza el concierto. Quizás, como los aborígenes australianos o los delfines, los noruegos tengan algún tipo de comunicación telepática o por ultrasonidos o algo así, porque si no...En ese caso sólo espero desarrollarlo pronto... anda que no deben ahorrar en móviles ni ná....

viernes, 24 de agosto de 2007

Apningskonsert

Desde la facultad de Humanidades (que no se por qué regla de tres es la mia) nos han comunicado que hoy en el Logen Teatre, situado en la plaza de Ole Bull, había un concierto "gratis" (palabra del noruego que en español quiere decir gratis).
Claro, eso aquí no es nada normal, aquí las bibliotecas públicas te cobran cuando te retrasas en devolver un libro y los conciertos de grupos de quinceañeros con espinillas muy lejos de ser conocidos cuestan en torno a unos 10 euros y subiendo. Así que ante la oportunidad de un concierto gratuito sin importar cómo ni de qué, hay que ir.
En este caso era el concierto de bienvenida de la Griegakademiet, y con saber el nombre ya sabeis tanto como yo de ella.
La sala de conciertos está bastante escondida detrás de un bar donde, parece ser tradición que las personas de edad madura se compren una copa de vino y los jovenzuelos una cerveza para ir bebiendosela durante el concierto. Tampoco me parece mala idea porque viendo lo retraidos que son por estas tierras al menos de esta manera las ultimas piezas las aplaudían con locura.
Me impresionó la forma de empezar el concierto. Salen al escenario los músicos, se sientan, y hasta aquí todo normal. Pero es que en vez de presentar la pieza, o ponerse a tocar, como sería lo propio, de algún lugar a mis espaldas (quedé tan sobrecogida que no me atrevía girarme para no romper la magia) se empieza a oir una voz de mujer, fina y limpia que parecía imposible que saliese de una garganta humana. Cantaba algo que sonaba como a una nana antiquísima, como a una canción de la Tierra Media, una especie de himno de una patria inexistente. El caso es que sin entender ni una palabra me quedé clavada al asiento y de esta manera consiguieron que yo, y el resto de asistentes cerraramos nuestras bocazas.
Tras una presentación en noruego que se me antojó larguísima y de la que solo entendí "folk" empezaron a tocar.
Yo pensé que sabía a qué sonaba el folk, vamos...soy asturiana. Pues desde luego nunca había escuchado el violín del folk escandinavo. En realidad muchas veces dudas que siga una melodía, y roza peligrosamente la disonancia la mayor parte del tiempo, pero consige arañarte el corazón. Los pies son esenciales, marcan el ritmo lento y contante mientras que el sonido del violín transmite una melancolía profunda, una especie de pena honda.
Después de escuchar las cuatro piezas de folk que tocaron (la última con voz, con la misma chica que había cantado al principio para hacernos callar) me dí cuenta de que estaba viviendo en medio de un pueblo que estaba triste, que llevaba siglos estándolo, que han vivido siempre guardandose la tristeza para si mismos, pero que de ese sentimiento eran capaces de sacar una belleza conmovedora. Pensé que quizás ahora la tasa de suicidio es tan alta porque han perdido la costumbre de componer folk.
Tras otras obras entremedio, de otros autores, como Albeniz, etc... llegó el momento que yo estaba esperando: Las obras de Edvard Grieg. Direis, pues que momentazo. Pues sí, porque si en Gijón todo se llama Jovellanos, aquí todo se llama Edvard Grieg. Y yo ya sabía antes de venir aquí que este buen hombre había compuesto Peer Gynt pero no conocía ninguna otra obra suya y ya me estaban entrando ganas de conocer el trabajo de tan ilustrísimo hijo de Bergen.
El caso es que se sube al escenario un jovenzuelo, de los que beberían cerveza si no fuese que está tocando y queda feo, con un traje dos tallas más grande que él (aquí lo de la etiqueta no parece que se lo tomen muy en serio, gracias a dios) pero que fue sentarse en el piano y todo le quedaba perfecto.
Por lo que pude comprobar Edvard Grieg era un ilustre compositor que se veía en la obligación moral de tocar todas las teclas del piano, supongo que para amortizarlo, cosa por otro lado de lo más normal porque si el kilo de tomates cuesta dos euros no quiero saber a cómo estarán los pianos. Eso sí, la ultima que tocó el hombre pequeño del traje grande, una mazurka, me pareció muy bonita, y también ahí se oía ese aire melancólico, cómo si echasen de menos algo que han perdido y que creen que nunca recuperaran.
Pero lo más curioso es que creo que no están desesperazados, simplemente tristes, no hay una queja o un reproche en su música, hay simplemente una pena limpia, muy pero que muy hermosa.
Hoy tengo la sensación de haber descubierto algo del pueblo noruego y creo que les quiero un poquito más.

jueves, 23 de agosto de 2007

Los disentes del Show de Truman

Ya que yo misma saqué el tema de la paradoja que supone Noruega voy a darle otra vuelta de tuerca.
Yo, todos los erasmus, y en general todo el mundo, tenemos una visión de este país como una ídilica tierra en la que la gente es cívica por naturaleza, los problemas parecen no existir y, en último caso, encontrar soluciones acertadas es lo más natural del mundo.
Y en cierto modo es verdad. Porque aquí tu te paseas por unas calles limpias, sin graffitis, que por no tener no tienen ni palomas. Sólo he visto una veintena en la plaza del Lago, con niños dándoles pan duro y quedaban hasta monas, así como decorativas. Además todos los coches, y cuando digo todos son todos, frenan en los pasos de peatones incluso antes de que los peatones lleguen a ellos, lo que en ocasiones hace que te averguences un poco de que en tu país sea necesario un palitroque con lucecitas para conseguir el mismo efecto, y a veces ni con esas. La inmigración es muy reducida, y son sobretodo de países árabes, pero es que hasta están bien situados económicamente (cosa por otro lado normal si tenemos en cuenta que si consigues un trabajo aquí el sueldo mínimo son 1.000 euros). Con esto no quiero decir que esto sea el Dorado y que sea llegar hacerte rico, sólo digo que no verás africanos vendiendo CDs pirata, o chinos con rosas o cosas similares.
De hecho el otro día saliendo del banco principal de Noruega, en NbdNor, que tiene un edificio precioso del siglo XIX al lado del Fish Market, me topé de frente con una curiosa estatua. Pegada a una pared, en una esquina de las escaleras de piedra que suben a la majestuosa puerta giratoria del banco había una figura de un mendigo, desclazo, mal vestido, mal sentado y con mala cara. Solo que era de bronce. No se si era para crearte cargo de conciencia tras salir con tus relucientes billetes recién sacados del cajero, al más puro estilo "cómetelaslentejasporlospobresniñosdeAfrica", o simplemente como algo histórico, como aquí tienen el museo de la Lepra (que lo tienen, en serio, en esta misma ciudad), pues la estatua al vagabundo.
Pero el caso es que sí existen vagabundos, y sí hay inmigración, y estoy segura de que hay algún comando especial del ayuntamiento encargado de envenenar palomas, pero el caso es que cuando se hace de día, parece que los problemas no hayan llegado tan al norte y siguien agolpándose en el sur.
Y de hecho hay yonquis, los típicos heroinómanos, iguales a los que ves en la plaza de Europa, y hasta tienen su propio parque, uno que está al lado de la facultad de informática, pero no es lo mismo....De hecho estoy por asegurar que dentro de unos años lo incluirán como un destino turítico de Bergen, ya lo estoy viendo "Junkiesplatz: La plaza donde se reunen periódicamente aquellas personas que a pesar de vivir en la sociedad ideal encuentran excusas para ser incívicos. Por el dinero de las limosnas puede visitar el auténtico barrio asocial de la ciudad ideal".
Y es que la tasa de suicidio es altísima, pero en las televisiones de los autobuses, con toda su tranquilidad pasan anuncios de "¿Depresión? ¿Esquizofrenia? Llame ahora a los psicólogos X y Z".
Vaya, que para tener un problema hay que definirlo como tal, y por aquí no parece que estén muy por la labor, total, mientras puedan obviarse o vanalizarse...

miércoles, 22 de agosto de 2007

Tras varios días de asueto...

Que bonito es Bergen.
Es muy curioso porque la ley básica y fundamental que parece regirse en este país es llevar la contraria al sentido común. Cosa que por otro lado me encanta, pero que a menudo resulta, como mínimo desconcertante.
Por un lado,lo que en España es barato aquí es caro. Hasta aquí todo normal, pero es que lo que en España es caro aquí es barato, por ejemplo, los kiwis, los aguacates, la vivienda... (estamos hablando siempre proporcional y comparativamente, tampoco os penseis que este es el paraiso de la fruta tropical).
Pero es que además después de pasearme por la calle más turística de Bergen, llamada Bryggen y más famosa que el tato (si quieres saber cómo es busca Bergen en imágenes del google y ahí la tienes, la de las casitas puntiagudas de colores) me quedé ligeramente decepcionada. Una calle, así de madera, más fea que en las mágnificas fotos que estás acostumbrada a ver y, sobretodo, llena hasta los topes de turistas comprandose gorros de lana y peluches de renos.
Sin embargo al día siguiente, partí gallarda en búsqueda del centro cultural de esta ciudad y me encontré con un hermoso barrio de pescadores, con estrechas calles adoquinadas, con las típicas casas de madera con fachadas escalonadas, coloreando el cielo gris. Vamos, una preciosidad (lástima de cable para las fotos). Y, lo mejor de todo, allí estabas a salvo de la gente y de los ruidos, sólo tú, caminando a la deriva en un entramado de calles silenciosas y vacías, respirando paz entre las húmedas paredes de piedra y musgo.
En fin, de lo mejorcito. Desde ese momento me enamoré de esta ciudad. El caso es que parece ser que los Noruegos muestran su cara más fea al público, les dan a los turistas los renos peludos y los gorros de lana que pican, y se reservan pequeños remansos de tranquilidad a tan sólo unos metros.
Y así parece que van las cosas. Se rien contigo en todos sitios: bancos, secretarías de las universidades, autobuses... los nórdicos definitivamente no son serios, simplemente es que nadie ha probado a contarles chistes. En general es una tierra introvertida, que sólo te enseña su mejor cara si se la buscas.
Ayer y hoy han sido dos días únicos en la historia de la ciudad. Ha salido el sol. Así que ha tocado hacer turismo.
Primero subimos con el funicular a Floyen (la o tiene un palito en medio pero yo no lo tengo en mi teclado). Es uno de los 7 montes que rodean la ciudad (que yo los cuento y me salen menos, pero ellos dicen que son siete y no vamos a ponernos a discutir) y tienes una vista de pájaro preciosa.
Ves el fiordo que parte a la ciudad en dos. Quedán así a un lado la famosisisma calle decepcionante Bryggen (tampoco está tan mal, eh! quejica que es una) y al otro lado mi barrio precioso, con el puerto y el acuarium. En el extremo del entrante nos encontramos, rey del fiordo, al eterno Fish Market, que como su propio nombre indica es una pescadería al aire libre. Cabe destacar que allí todos los trabajadores son italianos o españoles y que se vende salmón salvaje y carne de ballena.
Desde aquí, cruzando lo que sería el Passeig de Gracia de Bergen, con su centro comercial Galleriet, llegamos a la plaza de Olle Bull, fashion y elegante, y de ahí cruzando una plazoleta con un bucólico quiosco de música, nos encontramos ante el lago de la ciudad (porque aquí de construir fuentes nada, aquí al lago le ponen un par de chorros y arreando). Esta es la zona de la estación de autobuses y trenes, y de la biblioteca municipal (hermosa también, por cierto).
Y eso es lo que vimos desde Floyen, así muy resumidamente.
Hoy he estrenado mi nueva y temporal Universidad, que tiene un campus de edificios añejos (que no viejos) y camuflados en medio de la ciudad. Mi facultad tiene forma cuadrada y en el medio tiene un patio con una fuente que recuerda bastante a los claustros románicos. Vaya, como para inspirarte a meditar. La clase ya fue otro cantar. Una conferencia de un buen hombre, pero americano con lo cual mastica las palabras más que otra cosa. Poco le entendimos los pobres españoles, pero así y todo creemos que dijo cosas interesantes (sólo que no tenemos muy claro cuáles). Mañana volveremos a ver si ya nos vamos acostumbrando.
Pero es que hoy volvió a hacer sol. Y eso ya era demasiado, qué osadía. Así que después de ir a clase nos dirigimos ni cortos ni perezosos al "Fiordo del Lidl". Obviamente no ese su nombre, pero es mucho más fácil de aprender que el real, seguro. Está a 10 kilómetros andando desde la residencia y es precioso. El agua está fría, pero nada que no pueda soportarse y es curiosísimo porque a pesar de ser agua dulce (y me refiero a realmente dulce, casi azucarada) tiene un regusto salado muy curioso, por eso de que entra el mar y tal. Además el paseo para llegar allí merece la pena, las casas... o debería decir pedazodecasas, aparecen entre la vegetación como las setas.
Y así muy resumidamente es lo que se ahora de esta tierra que no sabía antes. En realidad se mucho más y muy interesante que no os voy a contar, os lo dejo ahí, para cuando vengais a conocer este pequeño mundo al revés donde lo caro es barato y lo secreto bonito.

sábado, 18 de agosto de 2007

La Fanftof

O lo que viene a ser lo mismo: mi residencia. Es un conjunto de bloques de edificios que tienen cierto toque franquista, bastante similar a los que puedes encontrarte en el muro o en la avenida de la constitución. Eso sí, por dentro todo es madera, faltaría más.
En el edificio principal que tiene 18 pisos, todo son habitaciones individuales, con su bañito y eso (el sistema de ducha inundable es común para toda la residencia) y comparten la cocina entre siete, lo cual les da derecho a un buen equipamiento tal como microondas, horno y otros lujos similares. El único inconveniente es que tienes que andar saliendo y entrando de tu habitación y caminando por el pasillo, con el consiguiente trajín de llaves y cerraduras que ello conlleva. Para evitarse disgustos aquí todo el mundo lleva colgada su llave al cuello con una cinta muy fashion que no evita que nos asemejemos bastante a una vaca con su cencerro (la cinta es cortesia de una Universidad de Bergen).
Luego está el bloque ancho pero bajito, creo que solo son seis pisos. Ese es el mio. Aquí tenemos un miniapartamento con dos habitaciones. Según entras tienes una especie de recibidor-pasillo-guardador de escobas que a la vez hace las veces de armario. Tras caminar dos pasos, de frente encuentras la habitación de mi compañera de piso rubinenca (Elena, para tu información se llama Noelia, y yo estoy más que segura de que os conoceis de vista al menos...) y a la derecha el famoso baño que no hace falta limpiar el suelo, como bien apuntó mi primo. A la izquierda accedes a la única sala de la casa. El salón-cocina-comedor-despensa-yloquehagafalta. En realidad es una cocina (dos fogones y nada más, olvidaos de hornos, microondas o, por supuesto, lavadora o lavavajillas) y una mesa con dos sillas. Eso sí, es mayor que la nuestra de Nil Fabra, más cuadrada al menos :) y no debemos olvidar que es todo buena madera, eh! nada de contrachapado, que para algo estamos en Noruega.
Y desde aquí a mano izquierda accedemos a mis dominios. Una habitación muchisimo más grande que la de nuestra querida Casa de la Felicidad, así y todo es más pequeña que la de Ester o Amanda, pero es que vaya, eso es una mansión. (y la mia es toda de madera, ya os lo había dicho?)Tiene una ventana que da al frondoso bosque de la montaña-colina que protege Fanftof, una mesa larguisisisisma con su silla (entendedlos, creo que intentan fomentar el estudio... ilusos), un montón de estantes (que tengo más que vacios, aunque no pude evitar la tentación de comprarme una plantita en IKEA y eso algo ocupa), una mesa, una especie de sillón (aquí hay que puntulizar que es una silla -de madera- con un par de cojines, como para justificar lo de que reciba el nombre de sillón) y mi magnifica cama con buen colchón y luz auxiliar de cabecera. Ah! y se me olvida el mueble que más me gusta de toda la habitación! Es una especie de mueble de 40 cm de alto pero de dos metros de largo, y que tiene cuatro cajones, así que además de guardar la ropa puedes utilizarlo de estante, mesa, banco. Pero es que además, si abres todos los cajones puedes "desdoblar" la parte superior, que tiene una visagra, y cual mesa de cocina, se abre y se transforma en una superficie -de madera- sobre la cual se coloca un colchón en caso de que vengan visitas. Si señores, es que creo que por aquí los nordicos lo del diseño de interiores lo tiene muy pensado.
Aunque esto está en medio de ninguna parte, así que los del supermercado de aquí al lado "Safari" se debe de forrar, porque además ponen los precios que quieren. Dicen que lo único barato ahí es la leche. Menos da una piedra.
Ayer fue la fiesta de "Finally Back" y abrieron el club Fanftof que viene a ser una discoteca que hay aquí en la residencia, con segurata y todo. Yo no llegué a entrar y a las 12 estaba durmiendo, pero me han dicho que no da para mucho y que normalmente está vacia.
Y eso es todo en mi nuevo humilde hogar. El único miniposter que cuelga de la pared de nuestra cocina es una torre de castellers, para que veais, y el padre de mi compañera de habitación es del Bierzo y estudió en Gijón, lo que viene a demostrar la teoría de que vayas donde vayas tu pasado te acompaña y que por muchos kilometros que recorras es casi como si no te hubieses ido. (Bueno, eso de casi habría que matizarlo pero bueno...)
Disfrutad del sol y los bajos precios! Creo que me voy a aprender a jugar a las cartas pero no estoy muy segura de ser capaz.

viernes, 17 de agosto de 2007

I wanna know... have you ever seen the rain?

Permiteme dudarlo. Eso pensaba yo hasta llegar a aquí, y llevo solo un día. Esto es caer y lo demás tonterias. No orbayu, no señor, sino una lluvia potente y persistente.
El caso es que caigan la cantidad de litros por metro cuadrado que caigan hoy me he pateado Bergen, he intentado matricularme (strike 1), he conseguido (después de un strike 2) sacarme la stundent card gracias a la cual viajar en autobus durante un mes me costará tan solo 45 euros ¡Velkommet till Norway!!(así y todo creo haber descubierto el principio fundamental de la economía noruega, recordadme que es lo explique en otra entrega).
Después, como me siento un poco guiri me he paseado por ahí y he hecho fotitos que no puedo colgar pork he dejado mi cable en vetetuasaberdonde. Por ultimo he ido a Ikea y ,si señor, soy mas pobre que hace tres horas pero tengo un edredón chimpón.
Y por si eso fuera poco, me he dedicado a mirar al pueblo noruego con el que me he cruzado. Son curiosísimos. Si hablan ingles tiene un acento perfectamente normal, pero cuando empiezan a hablar en su idioma materno les sale una voz que, si bien no llega a gangosa se asemeja bastante a la de shakira cantando. Y luego, al final de la frase o en medio, o en algunos lugares estratégicos, inhalan profundamente, como si les estuviese entrando una crisis de asma. Todavía no tengo muy claro qué significa o por qué lo hacen, porque cada vez que pasa me preocupo tanto por su salud que no me da tiempo a analizar el contexto en busca de la causa de tan extraño comportamiento. Así y todo creo que lo hacen algo así como para afirmar con mucha rotundidad, como por ejemplo cuando es España se dice "sisisisisis". En realidad creo que así es, y que se emocionan al estar tan de acuerdo contigo y se colapsan y tienen que tomar aire tras una emoción tan fuerte para poder continuar con su conversación. Así y todo ya os desmentiré o confirmaré esta primera teoría.
Bergen huele a pescado, la plaza principal se llama Ole Bull y no tiene nada que ver con la tauromaquia, las monedas de 5 y 1 coronas tienen un agujero en medio, como las antiguas de cinco duros y tienen caras de mujeres en los billetes. Hoy me parece que no tiene ninguna mala pinta, creo que influye el hecho de que dormiré con edredón.

jueves, 16 de agosto de 2007

Velcommet til Bergen

O algo así era lo que ponía el cartel del tunel de plastico que sirvió de puente entre el avión y el suelo noruego.
Curioso país. Desde el aire se parece bastante a Asturias, pero como si alguien la hubiese semi-inundado accidentalmente.
Aquí todo el mundo vive en casitas de madera, pintadas de colores. Principalmente pintadas de un color granate oscuro, que me han dicho es el color más barato. La gente deja los zapatos a la entrada, sea verano o invierno, y te saludan con un apretón de manos (incluso entre dos mujeres...que risa me da). Además la gente no tiene piscinas. ¿Para qué? les sobran los lagos. Así que ocupan el terreno de sus jardines colocando camas elásticas. Y no es broma. Muchisimas casas tienen camas elásticas redondas, con toda su red circunvalatoria a prueba de patosos, plantificada en medio del jardín.
Así que cuando llegas por el aire ves pequeños trocitos de tierra verde moteados por casitas de muñecas coloreadas y camas elásticas de color azul oscuro.
Y en esa tierra estoy yo.
Sólo que yo no estoy en una casita rodeada de flores y elementos circenses, sino en un pequeñísimo apartamento de una residencia de estudiantes.
Al bajar del avión el encargado de la compañía área, tran observar detenidamente la etiqueta de mi maleta pronunció un rotundo: "Fernandez. Habla español, supongo". Y cómo no, hablo español al igual que la mitad de la población aquí. Por lo visto entre inmigrantes y que los noruegos son tirando a perfectos y saben hablar a la perfección más de dos y tres idiomas, no me dio la sensación de ir a tener graves problemas comunicativos. El "De nada" del empleado que me cambió los euros a coronas parece confirmar mis primeras teorias.
Y una vez en la residencia, una chica española... de un lugar muy lejano que ha dado gente de gran calidad: Rubí. Sí señor, he compartido fiestas de Rubí con una persona con la que escasos dos meses después también compartiría cocina y baño en los fiordos Noruegos. Pa que veas.
Y riete tu de los 30 metros cuadrados del gobierno español. Aquí no hay ducha, vamos, no hay plato de ducha. Hay una ducha, y el sumidero está justo debajo del lavabo, y el complicado sistema de ducharse consiste en ponerse debajo de la ducha e inundar tooodo el suelo del baño, y luego preocuparse de limpiarlo, claro, que aquí todo el mundo es muy cívico. (ni pensar en tomar un baño, muchachos)
Y llueve, y llueve, y ya he colgado mis fotos y tengo una habitación llena de estantes vacios, y una nevera que me llega a la altura de la cadera y un teléfono que está colgado varios palmos por encima de mi cabeza, lo que me induce a pensar que estos noruegos piensan las residencias de estudiantes para enanos y gigantes, y así todos integrados.
Mañana me espera un duro día, mi compañera rubinenca dixit, de papeleos, matriculaciones y compras en Ikea, porque aquí las camas tienen un tamaño muy especial, estrecho pero largo, así que venga a comprar sábanas y edredones.